La comunicación está muy relacionada con la salud, es una clave del bienestar- o malestar- social y emocional, así que es importante plantearnos cómo comunicarnos de la manera más idónea para relacionarnos sanamente.
Comunicarnos es algo que hacemos continuamente, incluso cuando no tenemos intención de comunicarnos con nadie, porque todo comportamiento es comunicación.
Dicho esto, ¿qué tal si pensamos en cómo comunicarnos de manera efectiva para entendernos con las demás personas y cultivar relaciones constructivas?
Simplificando, podemos decir que una buena estrategia es la sencillez:
- tener claro el mensaje -qué queremos transmitir- y
- tener en cuenta a la persona o personas con las que nos comunicamos;
Claridad en lo que comunicamos y respeto en la forma de hacerlo.
Puede ser tan sencillo!! Sin embargo, en muchas ocasiones nos enredamos con pensamientos que entorpecen la comunicación: suposiciones sobre lo que piensa la otra persona, expectativas sobre cómo va a reaccionar, etc, etc.
Hay un cuento que ilustra muy bien cómo esas "películas" que nos montamos a veces, pueden desvirtuar totalmente una sana comunicación. Se trata de la historia del martillo, que encontramos en "El arte de amargarse la vida", obra clásica muy recomendable cuando hablamos de salud mental, escrita por Paul Watzlawick, uno de los principales autores de la Teoría de la Comunicación Humana.
Dice así:
"Un hombre quiere colgar un cuadro. Tiene un clavo, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno, de modo que decide pedirle que se lo preste. Pero le asalta una duda:
'¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó como distraído. Quizá tenía prisa. Pero quizá la prisa no era más que un pretexto, y el hombre alberga algo contra mí. ¿Qué puede ser?
Yo no he hecho nada. Algo se le habrá metido en la cabeza.
Si alguien me pidiese prestada cualquier herramienta yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro?
Tipos como este le amargan a uno la vida. Y seguro que se piensa que dependo de él. Y todo porque tiene un martillo. Desde luego, es el colmo'.
De modo que el hombre sale precipitadamente hacia la casa del vecino. Toca el timbre. Se abre la puerta, y antes de que el vecino tenga tiempo de decir “buenos días”, el hombre le grita furioso:
'¿Sabe lo que le digo? ¡Que se puede usted quedar con su martillo, sinvergüenza!' ».
El humor es otra clave del bienestar y la salud y una buena táctica educativa. Con humor, esta historia nos lleva a comprender cuánto podemos complicarnos la vida cuando complicamos la comunicación.
Es cierto que el acto de comunicar no depende solo de una parte, que las otras personas son también protagonistas, pero ocupémonos de lo que nos corresponde, sencillamente, sanamente.
Salud!!